IRSE DE VIAJE

Ayer pasé a saludar a una amiga que se iba de viaje por primera vez sin fecha de vuelta y me dice preocupada: – ¿Así se siente irse? Tengo una tristeza… no paro de llorar.-

Me hizo reír y me puse a pensar qué siento cada vez que me voy. Después de unos minutos le dije: – Sí, a mí también me pasa.

No importa cuantas veces haya estado mi nombre en un pasaje, el vacío y la angustia antes de partir están siempre presentes. Es más, la última noche, antes de un viaje largo, duermo en lo de mis papás y más de una vez me gustaría colarme en su cama, para dormir protegida por una última vez.

Siempre llorando en algún aeropuerto

Con el pasar de los viajes vi que el mundo tiene un índice infinito de cosas para mostrarme, las situaciones que ni siquiera imagino que me pueden sorprender, me da un shock de dopamina el no saber a quién voy a conocer, los lugares que veré. Sin embargo, a los minutos la moneda gira y me da un miedo terrible la incertidumbre, siento ansiedad al pensar a lo que me voy a tener que enfrentar sola, el no tener un lugar seguro donde dormir, etcétera por cien.

Confieso que en el 99% de los viajes no cuento cuáles serán mis planes, a veces hasta me reservo que saqué un pasaje. Se lo adjudico a una cábala o a las energías, pero como estoy sincerándome sobre esta hoja lo digo: es por miedo a que no pase, que no se de como yo había planeado. Si no lo cuento el fracaso, tal vez, duela menos.

Es muy difícil expresar los miedos, saberse vulnerable.

Si doy a conocer mis planes y luego no pasan voy a tener que rendir cuentas, contar por qué no se dio o por lo menos se va a saber que las cosas no me salieron como esperaba. Y ese es el punto, no voy a poder ocultarlo, hacer como si nada hubiese pasado, voy a tener que enfrentar la situación. Les juro que así funciona mi cabeza ante un viaje, aunque por fuera todo parezca seguridad y valentía.

Es muy difícil expresar los miedos, saberse vulnerable, sin embargo, y esto es un auto consejo también, es más pesado juzgarse sola con la almohada, sin ninguna mano amiga que te ayude a levantarte ante un revés del camino.

Cada quien vive la previa a un viaje como le salga y sienta. No hay una premisa. Que estés por viajar no significa que tengas que estar saltando en una pata, podes sentir tristeza. El viaje no va a ser menos porque no estés rebalsado de alegría las 24 horas. Que estés triste no significa que no quieras viajar, que tengas dudas no quiere decir que vas a fracasar, que estés feliz no te hace un temerario inconsciente.

No hay un accionar categórico a la hora de irse de viaje. Es más, lo que más cuesta es definir cómo se está, seguro la cabeza y el corazón sean una ensalada rusa y eso es un adelanto de lo que va a ser el viaje.

El viajar es sentir intenso, las alegrías, los enojos, las tristezas, el amor, las frustraciones, la vida.

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